miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Y si lo necesito?


Nos levantamos con mucha energía, dispuestos a revisar el armario, el mueble o la casa entera. Esta vez sí: el objetivo es destrastear, eliminar lo innecesario, lo que no hemos usado en el último año o, incluso, la ropa que sabemos que jamás volveremos a ponernos.

Pero una hora después revisamos lo que llevamos avanzado y... "esto no puedo sacarlo de casa, ni regalarlo, ni nada... está nuevo! y si lo necesito más adelante?".

Es la pregunta que más nos retiene para eliminar objetos de nuestra vida. El apego y las dudas sobre su uso en el futuro nos hace conservar decenas de cosas (sí, decenas, y digo poco) en casa. Pero la realidad es que no es así. En la mayoría de los casos, no echaremos nada en falta y, si se hace necesario utilizar algo, lo volveremos a adquirir a un precio razonable. Esto nos pasa hasta con las cosas más insospechadas, por ejemplo los papeles, tema del que te hablé en este post.

El pasado verano tuve que sacar algunos objetos grandes de casa. Tengo la suerte de contar con un trastero en el edificio. Pero cuando bajé, no me pilló por sorpresa que estaba hasta arriba de trastos. Sí, como en las películas americanas. El trastero siempre ha sido uno de los grandes olvidados en mi vida de orden. Era literalmente imposible saber qué había más allá del primer metro. Recordábamos varias maletas antiguas, libros, CDs, pero también algún televisor y ordenador de tubo, botes de pintura, escaleras inutilizables... muchos objetos pertenecían a los antiguos dueños de la casa, y por pereza, jamás los sacamos. Sencillamente fuimos acumulando sobre lo que había.

El tiempo apremiaba. Necesitábamos el espacio más que los objetos que había dentro así que llamamos a una empresa que vacía casas y envía a puntos de reciclaje los objetos que se lleva. Quedamos un día a una hora. Previamente habíamos sacado los objetos que realmente eran necesarios y usábamos con frecuencia: un par de maletas, un trasportín, un ventilador, tres objetos con valor sentimental, y un par de cajas. El resto, que os aseguro que era mucho, salió de allí en tres horas.

(Dos fotos del proceso de vaciado. Lamentablemente no conservo fotos del antes y después. Pero estaba lleno y quedó vacío.)


De esto hace ya siete meses y no he echado nada en falta. Si llevaba años en ese espacio sin ser recordado, tened por seguro que no lo recordaré ahora. Ver el espacio vacío supuso una liberación. No tardó en ser ocupado, pero ya con objetos controlados y con responsabilidad.

Esto mismo realizado en nuestra vivienda sería una locura. Pero si se hace con cuidado, despacio y evaluando cada objeto, es perfectamente viable. Si no lo usas, no lo utilizarás en el futuro. Tenerlo da seguridad, pero no aporta nada más. Seguramente, cuando llegue el momento no recordarás que lo tienes, comprarás otro y al cabo de un tiempo verás que tienes dos en lugar de uno. Tenemos tantos objetos que no pensamos ni siquiera en ello.

En cada post que hablo de este tema me gusta recordarlo: no se trata de tirarlo. Se trata de dividir los objetos en tres montones: para regalar (familiares, amigos, alguien que lo pueda necesitar o aprovechar), para donar (a la parroquia, asociaciones...) y para tirar (lo que está roto, no funciona, etc.). El caso de mi trastero fue especial, pero en casa las cosas deben hacerse con control. ¿Y tú, has vaciado algún "punto difícil" de tu hogar?

domingo, 22 de febrero de 2015

Las dificultades


El minimalismo no es un estilo de vida para todo el mundo. Esta es la conclusión que he leído en multitud de blogs y páginas web, pero que he encontrado también en conversaciones recientes con algunos amigos.



Es fundamental empezar definiendo qué es para cada uno el minimalismo: ¿una casa más pequeña?¿tener menos cosas?¿comprar menos cosas?¿No tener deudas?¿Vivir una vida tranquila, trabajando menos y necesitando menos? Una vez marcado el objetivo, podremos empezar a trabajar para conseguirlo. En mi caso, una de esas metas es necesitar menos cosas y vivir con lo que realmente me hace falta. Y en este blog he tratado en muchas ocasiones este tema.

En Casa Perfecta ya hemos hablado de la dificultad que supone destrastear y deshacerse de objetos que guardamos en casa, ya sean objetos con o sin valor, ropa, recuerdos o regalos. El vínculo que tenemos con "nuestras" cosas es muy estrecho y difícil de evitar.

Por eso uno de los primeros pasos es el desapego. Esto no se consigue levantándose un día y decidiendo que vas a deshacerte de la mitad de tus cosas. La acumulación se realiza durante años. Así que se trata de ir eliminando poco a poco y, sobre todo, evaluando cada objeto. Comprar por comprar no tiene sentido pero aún menos lo tiene deshacerse de objetos sin motivo.

El primer escalón es destrastear, aprender el proceso para eliminar aquello que no hemos utilizado en el último año (o más) y que sabemos que no volveremos a utilizar. El resto, va llegando.

No todo el mundo sabe o quiere vivir solo con lo necesario. Vivimos en un mundo difícil, que hemos creado para adquirir y comprar sin pensar demasiado. En el que hemos perdido algunos valores en favor de trabajar muchas horas (quien cuenta con trabajo) y ver poco a sus amigos, familiares, hijos o pareja. Tenemos poco tiempo (de calidad) para disfrutar de los nuestros o dedicarlo a nuestras aficiones.

Quien lleva años siendo minimalista afirma que esta situación cambió y ahora tienen más tiempo, más libertad. Soy muy escéptica y no creo en milagros, pero el primer paso es Casa Perfecta. Ahora solo vamos un paso más allá.

jueves, 19 de febrero de 2015

Ropa: revisando el armario

El armario sufre dos revisiones al año: en los cambios de temporada, aprovechando el cambio de armario. Intento mantener la ropa que me sienta bien, que necesito para trabajar o que me gusta. Ahora he dado un paso más: vamos a tener solo la ropa suficiente, ni una más ocupando espacio.

Como la idea de comprar por comprar nunca me ha atraído, y llevando una vida más minimalista no es necesario tener nada de más, no suele entrar mucha ropa en casa. Así que la labor de revisar el armario bajo esta nueva perspectiva pensé que no tendría mucho resultado.

Pero los armarios son esos lugares en los que las gratificaciones son más inmediatas: siempre están sobrecargados de ropas y complementos y es fácil llevar a cabo una limpieza que se "note" de modo inmediato.

Un repaso con mi nueva "vara de medir" hizo el resto: ¿realmente necesito tantos cinturones, muchos de los cuales no me pongo desde hace años? ¿Por qué conservo estos jerséis y esta camisa, si cuando me la pongo es "por obligación"?

No me gusta ser radical en nada, pero hace poco descubrí el Proyecto 333, en el que, aprovechando la temporada veraniega, se propone utilizar 33 prendas durante 3 meses (excepto pijama y ropa interior). Por supuesto, se puede vivir con 33 prendas, pero nos hemos habituado a utilizar más, y parece que nos cuesta deshacernos del resto. Se trata de vivir mejor, con menos. Yo, al menos en invierno, no pretendo acceder al reto, pero me sirvió de idea y de base para pensar en las prendas que tenía y hacer la criba de un modo más racional.

Como me ocurrió en la cocina, he dejado algunas prendas en cuarentena. Creo que en pocos días saldrán del armario para no regresar.


martes, 17 de febrero de 2015

Iniciando el camino: ¿por dónde empiezo?


Nos movemos por impulsos. Por este motivo, siempre comenzamos las tareas deprisa y con mucha energía y, cuando estamos a medio camino, las dejamos para otro día. O para nunca acabarlas. Una de las reglas que siempre hemos destacado es la de que las tareas se planifiquen y se hagan poco a poco, en lugar de dedicarles muchas horas en un solo día.

Con esta máxima y el objetivo de comenzar el camino por algún lugar que reportara una gratificación rápida o casi inmediata (detalle muy importante si queremos que el resto de la actividad se siga realizando posteriormente), me dirigí a la cocina, el lugar que debía destrastear antes de cualquier cambio significativo.

Joshua y Ryan, los Minimalistas, de los que te hablé en esta entrada, iniciaron su camino en 2009. Joshua había comenzado tras conocer a otro minimalista y animó a Ryan a que ambos simplificasen su vida y la documentasen en su blog durante 21 días. Ya en esta entrada te comenté la importancia de las rutinas y de dedicar al menos 21 días para que un nuevo hábito en tu vida se convierta en lo habitual.

Resumiendo su historia, aunque la puedes leer en el enlace anterior de su blog, Ryan primero hizo la labor de destrastear (tal y como explico en esta entrada), y después empaquetó y tapó todas sus pertenencias. Una a una. El objetivo es determinar qué objetos eran realmente los necesarios en su vida. Cada día, destapaba los objetos que necesitaba usar: los de higiene, limpieza, la ropa que se iba a poner... incluso los muebles, y pasado un tiempo que había establecido, lo que no hubiese utilizado lo eliminó. De este modo solo tendría lo que realmente fuera necesario.

Drástico o no (que cada uno lo valore según su criterio), fueron sus inicios. Con esta idea en mente hice una labor de eliminación de cosas superfluas en mi cocina. No era mi pretensión tapar o cubrir mi casa, así que lo mejor era ser estricta con el proceso. Lo primero: vajilla y vasos. ¿Utilizamos todos los que tenemos? Si vivimos dos personas en casa, y en contadas ocasiones somos cuatro, ¿para qué quiero entre 6 y 10 platos y vasos de cada tipo, hasta una cantidad que no quiero ni contar? Si además los lavas siempre después de cada comida, estarán preparados para ser usados de nuevo: es un sinsentido tener por tener.



¿Utilizo este aparato?¿Necesito estas cucharillas de medir? Todo pasó por el filtro habitual cuando nos deshacemos de aquello que no es necesario, pero aplicando una vara de medir más alta. En una hora, los armarios estaban más ligeros. Di una tregua a algunos objetos, manteniéndolos en cuarentena de un mes. Si en ese tiempo no me han hecho falta, saldrán de casa. Muchas de las cosas han sido regaladas o donadas, las inútiles han ido al contenedor.

Ha sido un primer paso, pero soy consciente de que algunas cosas tienen aún la duda rondando sobre ellas. Volveré :)

domingo, 15 de febrero de 2015

Abrazando el minimalismo


Destrastear, eliminar lo innecesario, organizar, vida saludable, felicidad... todo va de la mano y cumple una función importante en nuestras vidas: tener tiempo, de calidad, para dedicarlo a nuestras aficiones, familias y aquellas cosas que más nos importan.

Tengo intención de renovar la cocina de mi vivienda en los próximos meses y este hecho me hizo buscar opciones más minimalistas y que me permitieran tener solo lo necesario en un espacio que disfruto cada día.



Y buscando.... encontré a Joshua y Ryan, los Minimalistas. Con ellos descubrí un estilo de vida que, en muchas ocasiones, se ha plasmado también en Casa Perfecta.

Joshua y Ryan eran jóvenes con una magnífica carrera y mejores trabajos, que ganaban un sueldo de seis cifras, pero a quienes las compras no les satisfacían. Un día decidieron romper con todo ello y cambiar su vida: ser más conscientes de lo que tenían y de lo que compraban, de lo que hacían y con quién.

El minimalismo, un estilo de vida que no solo está creciendo en EE.UU. sino también en otras partes del mundo, permite cuestionarse qué tienes, qué aporta de verdad valor a tu vida. Al eliminar lo superficial, lo que no aporta valor, los "trastos", dejamos sitio para aquello que de verdad importa: la salud, el desarrollo personal, las relaciones, el voluntariado...


Y al ser una forma de vida, elegida libremente y adaptada a cada persona, es diferente para cada uno -independientemente de la edad, profesión o dedicación. Pero todos los caminos del minimalista acaban en el mismo lugar y con los mismos beneficios: libertad para disfrutar y hacer lo que se desea con conciencia, más tiempo y más dinero.

Si has seguido Casa Perfecta hasta aquí, muchos de los conceptos no te serán ajenos. En enero inicié mi camino. ¿Me acompañas?